Declaración de principios

"Jamás hay que olvidar que la música es demasiado valiosa para dejarla exclusivamente en manos de profesionales"
(Robert Fulghum, ensayista estadounidense)
 
 
     Aunque esta cita que encabeza esta página no sea de ningún músico ni ningún profesional destacado de la música, siempre ha sido una de mis máximas y es la mejor definidora de los principios morales y éticos que gusto de seguir como músico aficionado y en los que se rige y fundamenta este blog personal.
 
     Jamás, en los casi 10 años que llevo como músico cofrade, me he referido a mí mismo como profesional. Ni siquiera, y aun sirviendo la definición que de ello hace la RAE, me ha gustado usar nunca la palabra compositor para hablar de lo que hago. Me conformo simplemente con ser llamado autor, porque desde la más absoluta admiración y respeto, solo considero compositores a aquellos que viven por, para y de la música, aquellos que han dedicado su carrera profesional a componer y quienes verdaderamente merecen ser llamados compositores, siempre teniendo en mente en el caso de la música cofrade a grandísimos compositores que están donde están y ocupan el lugar que ocupan en la historia precisamente por una amplia y profesional formación que como resultado han dado grandísimas obras de una excelsa calidad.
 
     Sin embargo, y como dice la cita, la música, y muy especialmente para los cofrades, es algo muy especial, algo cargado de valores sentimentales incapaces de ser explicados a través de ningún manual o tratado teórico musical, y que son capaces de hacer el que yo llamo uno de los mayores milagros de la Semana Santa: como tantísimas personas, tanta gente, que en su vida ha estudiado música, que algunos quizás no llegan a saber leer en un pentagrama, que solo saben de música lo que aprenden de la calle, de qué manera a través del corazón y del esfuerzo y la pasión que le ponen son capaces de cada año convertirse en músicos capaces de transmitir a través de sus sones una intensa fe, devoción y sentimiento.
 
     En eso fundamento mi trabajo, en el valor de la música como algo más que pura armonía, en la búsqueda de un equilibrio entre la calidad y el valor sentimental y popular que siempre ha tenido la música cofrade, y sobre todo, el recordar siempre cual es nuestra función y con ello, el hacer una música respetuosa y adecuada a tal fin, música religiosa pero para la religiosidad popular, para las cofradías.
    
     Como diría uno de los mejores compositores españoles como fue Don Manuel de Falla: "la música no se hace, ni debe hacerse jamás, para que se comprenda, sino para que se sienta".
Pongamos pues nuestros sentidos en apreciar la música cofrade y comprendamos que todos, tanto músicos profesionales como músicos amateurs, compositores academicos como autodidactas, tanto oyentes como interpretes,... todos en nuestra diversidad persguimos un único e idéntico fin con nuestra música.

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